lunes, 3 de marzo de 2014

Dos Caminos y Muchas Distracciones

Estamos ya a las puertas de la cuaresma del año 2014. Hace ahora un año aproximadamente en la primera semana de Marzo, la Iglesia nos regaló a un nuevo Papa. El Papa Francisco.
Durante el año hemos ido siguiendo sus pasos, sus reflexiones, sus homilias, sus aportaciones a la vida de fe, a la vida de los cristianos. Hemos ido conociendo qué encierra su corazón de padre, su corazón  de hermano. Hemos ido en pos de el y nos ha abierto horizontes de esperanza, de alegría de pasion por la mision. De compromiso, en definitiva, nos ha abierto a la conversion personal, comunitaria y eclesial. ¡qué gran Papa, podemos decir que estamos orgullosos de el.!!!

Si está Cuaresma bajas a lo profundo para buscar el Tesoro Escondido, comprenderás que la vida es como un laberinto. Caminando por ella, descubrirás que “hay dos caminos: el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte; pero grande es la diferencia entre los dos” (Didaché 1,1). Si marchas por el primero, como Jesús, tendrás que enfrentar tentaciones reales, posibles y al alcance de tus manos. Sabrás que son tentaciones porque distraen y extravían de la senda de tu verdad, la que conduce a la Vida en Plenitud. 

Como te relata el evangelio del domingo, serás tentado como Jesús en el desierto, que es símbolo del lugar del encuentro con Dios. Todo lo que forma parte de tu vida como hombre o mujer puede conducirte a la vida o a la muerte, hacerte más profundamente humano o deshumanizarte; por eso, la vida real es el lugar de nuestras grandes luchas. 

Pero el evangelio también te recuerda que, como Jesús, no estás sólo, pues el Dios de la Vida sale a tu encuentro con su amor para ayudarte. Sólo necesita que acojas su mano tendida, entrando en lo escondido de tu corazón, escuchándole y respondiendo a la pregunta que te orienta hacia la verdad de lo que eres: “Lo que haces, ¿ha mejorado tu vida? ¿La ha hecho más plena?” 

Sólo tú puedes elegir lo que hacer con el tiempo que se te ha dado. Y aunque “no es fácil elegir”, como insiste una canción de “La oreja de Van Gog”, cuando rezamos el Padrenuestro, recuerda que le pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación y que nos libre de todo mal. Y Él que tiene corazón de Padre, no nos abandonará, pues en Jesús, ya nos ha mostrado el Camino de la Vida.

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