Quiero ser pequeño, para luego, ver y comprobar que
Tú eres
lo más grande
Quiero sentir mi pecado y mi debilidad para,
luego, gustar
que Tú eres la santidad y la gracia, la vida y la verdad, altura de miras
hontanar de bondad.
Quiero ascender al árbol de la oración y, agarrado a sus
ramas,
saber que tú en ella me tiendes la mano
y me acompañas me proteges y,
al
oído, siempre me hablas me auxilias,
y en mis caminos, me alumbras con la luz
de tu Verdad.
A veces me siento pecador y egoísta
usurero y con afán de riquezas.
Por eso, Señor, como Zaqueo quiero ser grande
en aquello que son pequeño y, diminuto, en aquello que soy gigante.
¿ME AYUDARÁS, SEÑOR? No pases de largo, Jesús mío.
Que son muchos los
tropiezos los que de de saltar para llegarme hasta tu encuentro
Que son
incontables los intereses y, a veces las personas, que me impiden darme el
abrazo contigo