viernes, 2 de mayo de 2014

Prejuicios sobre la maternidad




    ¿Es la única?
    Me pregunta la mujer en el parque
    contemplando los juegos de Adriana.
    Tengo cuatro, le respondo.
    No tarda mucho en preguntarme sus edades
    y en mirarme, incrédula, cuando se las digo.

    –Se ve usted muy joven para todo eso– comentan.
    Es un halago
    pero siempre me hace pensar
    en los tristes perfiles, las asociaciones,
    de la maternidad.
    Más vida dan las mujeres,
    –sostiene la popular sabiduría–¬
    más vida pierden.
    Los partos las destiñen.
    Engordan. Se agotan. Envejecen.
    Cuatro hijos tendrían que haber terminado con la sensualidad
    o el deseo.
    Como si cada hijo mágicamente redujera la líbido,
    y no fuera la realidad exactamente lo contrario:
    Cada hijo dejándonos más cerca de la vida
    más proclives a la ternura,
    la piel más suave y el sexo más acogedor.

    Es la falta de pan, de amor, la que desgasta.
    No el parto.



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